Te pones una coraza de piedra, irrompible, y por si esto fuera poco la rocías con aceite, para que todo resbale mejor. Para que nada te afecte, para ser inmune a todo lo que pase fuera, para estar contigo misma y mantenerte fuerte, de pie.
Pero la mierda comienza a acumularse a tu alrededor, hasta que te ahoga, hasta que puede más que tú. Y es entonces cuando explotas, lo sueltas todo fuera. Necesitas gritar, correr, destrozar todo a tu paso y llorar como un recién nacido.
Porque por más que quieras no eres inmune a todo, porque hay cosas que te afectan, porque de vez en cuando tú también necesitas llorar y echarlo todo fuera. Porque no eres de piedra por más que te empeñes en fingirlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario