Música.

viernes, 31 de enero de 2014

Ahora comienza su vida.

Suena el despertador. Su paz interior se rompe, el momento más feliz de sus días -el sueño-, toca a su fin. Con los ojos entrecerrados, perezosa, alarga su mano y apaga el sonido que la lleva de vuelta, bruscamente, a la realidad. Esa realidad que ella no quiere ver, de la que ella no quiere formar parte.
Los primeros rayos del sol de la mañana se cuelan a duras penas por las rendijas de la persiana de su habitación, iluminando vagamente la estancia, esa estancia que es ahora su refugio.
Ella no quiere salir de la cama, quiere seguir sintiendo el calor, la suavidad y la protección de sus sábanas. Quiere dormir, dormir durante horas porque solo cuando duerme es feliz, porque cuando duerme no hay nada más, solo el sueño, un sueño placentero.
Pero su madre irrumpe en su refugio, su madre rompe el silencio que nuevamente se había apoderado de la habitación. Le dice que se hace tarde y ella se levanta de la cama, sin prisa, con paso calmado. De nuevo la rutina la aplasta.
Ella quiere ser libre, salir a ver mundo, cumplir sus sueños, dejar de ahogarse. Pero no será hoy. Se lava la cara, se viste, desayuna... No dice ni una sola palabra porque no hay nada interesante que decir, porque el silencio es todo lo que ella quiere escuchar.
A penas faltan diez minutos para tener que salir de casa, salir a la calle, volver a clase. Volver a enfrentarse al mundo, volver a ponerse una coraza alrededor que la cubra, una coraza por la que todo parece resbalar, una coraza que la hace ajena a todo. O eso quiere ella que piensen los demás.
En ese momento, se mira de frente al espejo y algo cambia. Durante ese segundo en el mundo nada ha pasado, todo sigue igual, el mundo ha seguido girando, la aguja del reloj ha dado un paso más. Pero en su interior ese segundo ha sido decisivo. Dentro de ella ese segundo ha cambiado toda su mente y su manera de sentir y percibir el mundo, la realidad. Se ha mirado al espejo y por primera vez desde hace mucho, mucho tiempo -ni si quiera puede recordar cuánto-, se ha visto a ella misma. Ha visto la persona que realmente es, no la que los demás ven, ni la que ella creía, sino la que es. Y le gusta.
Una sonrisa involuntaria se ha dibujado en su rostro, tímida, pero haciendo acto de presencia. Esa sonrisa que ya nadie a su alrededor, ni si quiera ella, recordaba.
Todo por un pensamiento fugaz, loco, seguido de otros muchos más fugaces aun, pero que se grabaron a fuego en su cabeza tan rápido como un pestañeo. "Ella es así, no importa a quién no le guste, ella es así. Ella tiene sueños y fuerza para conseguirlos. Nada ni nadie puede frenarla, por eso ella es única. No hay nadie como ella y eso es lo que la hace especial, esencial, irreemplazable."
Y con esa sonrisa salió un día más al mundo, el mundo seguía igual, pero para ella el mundo había cambiado.

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